jueves, marzo 9
De cómo conocí al hombre-volqueta
Fui a tirar la basura, como cada jueves de cada mes(tengo que ir en un par de tandas), y al abrir la tapa de la volqueta veo un hombre que no estaba revolviendo la basura en busca de algo de valor, ni estaba juntando las bolsas de leche para reciclarlas, ni tampoco saltando como un niño como si aquella cajita felíz de la basura fuera un pelotero alocado. No; ese hombre tenía una lapicera Bic en una mano y, en la otra, un fragmento de papel y no un papel entero, porque como él mismo dijo unos minutos después.. “me gusta más el fragmento de papel que el papel entero”. Estaba escribiendo algo, como si aquel fuera su único destino:
- ¿Quién sos?, le pregunté.
- Soy el hombre-volqueta, y estoy trabajando. Por favor no me preguntes por qué me dicen el hombre-volqueta, es un secreto que prefiero guardar acá mismo, en la volqueta.
Aquel hombre me pareció fascinante. No era como todos las otras personas que vivían adentro de una volqueta que yo conocía, era distinto. Era el más excéntrico de todos, y aún lo es. Supe que en cada volqueta, de cada esquina, dejaba pistas de sus escritos en papeles arrugados y sucios, en forma de prólogos. Querría, supongo yo, dar cuenta de la gran comedia humana, todo, a través de la hendidura de una volqueta. Habría momentos de los otros, más complicados, supongo, como las mañanas en donde el camión de basura estrujaba todo cuanto existía en ese, su hogar; o un vecino furioso que lo quisiera denunciar, o un temporal que lo diera vuelta y arrastrara como un felpudo exótico: mejor, mucho mejor. Todo se recicla(vocablo que conocía muy bien) en aprendizaje. Y yo hablaba con él, no como los demás del barrio.
Acá tengo un prólogo en mi poder, que encontré debajo de una rama con coquitos :Sobre la mujer que inició la gran empresa del extracto de baba de caracol. Después lo comparto.
- ¿Quién sos?, le pregunté.
- Soy el hombre-volqueta, y estoy trabajando. Por favor no me preguntes por qué me dicen el hombre-volqueta, es un secreto que prefiero guardar acá mismo, en la volqueta.
Aquel hombre me pareció fascinante. No era como todos las otras personas que vivían adentro de una volqueta que yo conocía, era distinto. Era el más excéntrico de todos, y aún lo es. Supe que en cada volqueta, de cada esquina, dejaba pistas de sus escritos en papeles arrugados y sucios, en forma de prólogos. Querría, supongo yo, dar cuenta de la gran comedia humana, todo, a través de la hendidura de una volqueta. Habría momentos de los otros, más complicados, supongo, como las mañanas en donde el camión de basura estrujaba todo cuanto existía en ese, su hogar; o un vecino furioso que lo quisiera denunciar, o un temporal que lo diera vuelta y arrastrara como un felpudo exótico: mejor, mucho mejor. Todo se recicla(vocablo que conocía muy bien) en aprendizaje. Y yo hablaba con él, no como los demás del barrio.
Acá tengo un prólogo en mi poder, que encontré debajo de una rama con coquitos :Sobre la mujer que inició la gran empresa del extracto de baba de caracol. Después lo comparto.
Atilio @ 5:17 p. m. 
