Nadie viene

martes, marzo 7

El baúl de los olvidos

No recuerdo nada. Solo una escena de tibia calidez, una tenue música en medio del silencio. Sentado en la barra de....no me acuerdo. Supongamos que era una barra cualquiera de cualquier boliche de Montevideo. El incidente se resume así: una mujer se me acerca y empezamos a conversar. En ese instante se me cruzó por la cabeza la imagen de un dibujo que había hecho en la escuela, una circunferencia con cara de mujer..."La mujer redondel", le puse, cosa bien de niño. No creo que tenga relación, aquel dibujo, con el volumen físico de la mujer que me acompaña. Más bien es el capricho personal de asociar las cosas que me suceden de noche con algunos sucesos simpáticos de la niñez. Eso no creo que sea bien de niño, sino más bien de pelotudo. Pero eso es otra cosa. La conversación se hace muy divertida...."ja, ja"....."no jorobes", lo que me lleva a pedir más whisky, aunque sospeche que esto tampoco tenga relación directa con el júbilo de la charla. De todas formas ese no es el caso, caso es lo que sucedió aquella noche, noche de tranformaciones, noche de travestis, en la que una mujer descubrió que no necesita vestirse de hombre para que la llamen travesti. La tibia calidez era la nube perfecta para aquello que ya estaba sucediendo, ahora: la mujer, legítimamente lípida, comienza a adelgazar en tiempo real(no me hagan definir que es eso), ahí, en frente de mi persona, y experimento una sensación de arrobamiento, cada vez más fuerte, que produce las siguientes dos consecuencias, ambas en tiempo real(no me lo hagan definir de nuevo): la primera tiene que ver con una reacción simultánea, y es que cuanto más adelgaza esa mujer más whisky tomo; es raro, muy raro, pero está bueno. ¡Dos kilos menos, un whisky menos! Y la equivalencia que se convierte en el signo de la medida justa, la de la mujer y la del whisky. La segunda es una reacción inmediata, como una férrea defensa, que otorga credenciales nuevas a una nueva situación. "Ahora me la puedo comer", recuerdo que pensé. Lo mejor de todo era que el resto de la feroz competencia que estaba en el lugar no se había percatado de nada.¡Un milagro por hombre!.También recuerdo haber pensado que "una infinita operación incesante de causas entreveradas" estaba de mi lado. Pero más vale no pensar. La mujer nueva estaba frente a mí, con su ropa perfectamente ajustada a su nueva figura, flamante como una canica. Y era tan mía como la de antes. Me fui del lugar con la idea de que aquel dibujo en la escuela había obtenido pésimas calificaciones.
El resto, como siempre, fue papelón, grumos de sentido ubicados en un pasado recurrente, que siempre vuelven a torturarme con la misma pertinacia de un insecto. ¡No conozco a nadie que tenga una mosca de mascota!.

Comments:
¡Pero no te fuiste con la mina mentiroso!. Me agarraste de gil y me hablaste como un loro sobre el Montevideo Rock 1, sobre un amigo imaginario tuyo que se parecía a Rodolfo Rodríguez y te quejabas de la injusticia de que Claudia Fernández y el "pato" Sosa(en realidad la misma persona)hayan logrado convertirse a la masonería uruguaya. ¡Claro!, como a vos no te aceptaron.
 
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