Nadie viene

miércoles, junio 27

Laptop

Noelia tocó timbre a las siete, como lo pactaron. Luego de una extensa y fatigosa jornada de entrevistas, de tipo puerta a puerta, su cabeza acantarada parecía explotar. Pero su trabajo, pautado por la repetición que sólo el hábito puede forjar, siempre era distinto. Y eso se explicaba, en gran medida, por su frescura, sí, tan fresca como un kiwi o una naranja, o cualquiera de esas frutas que hacen bien. Por un curioso fenómeno de acostumbramiento, dejaba siempre lo más prometedor para lo último, como un postre, algo que sólo unas pocas veces la decepcionaba. Pero hoy, justo hoy, nada de eso le pasaría... "Hoy tengo un pálpito, ¿o es un púlpito?", y canturreaba:
- Carballo no me falla, Carballo no me falla.
Melodía que volvía siempre al mismo lugar, como una mosca hecha de notas. Se diría que toda ella estaba hecha de notas, más que nada su cabeza, una nota sola, la más límpida, fresca y radiante nota del mundo. A las siete en punto tocó timbre.
- Ringggg.
De pronto se sintió inquieta, nerviosa, con "mariposas en la panza"; pero sólo fue un instante. Precisamente fue una mariposa la que se posó en su hombro, el izquierdo, haciéndolo con toda su levedad; parecía de seda y no tenía nada de especial, ni sus colores (eran chillones) ni su forma (después de todo era una mariposa). Era una mariposa grande, y ahora que lo pensaba era enorme, con un solo detalle curioso, aparte de su tamaño: volaba en línea recta, como una avioneta pintada por un niño. Distraída como estaba, no se dio cuenta de que nadie le abría la puerta. Tocó timbre de nuevo.
- Ringggg.
El silencio que vino desde adentro era perfecto, y se extendía por la puerta entreabierta. Pero ¿cómo?, ¿estaba abierta? Le gustó imaginar que "algo estaba pasando", y que algún secreto la rodeaba. Se entretuvo fantaseando unos segundos hasta que decidió entrar, o más bien abrir un poco más la puerta y llamar la atención.
- Luis, Luis Alberto, soy yo, Noelia... ¿Estás ahí?
Nadie le contestó. Entró definitivamente en la casa y cerró la puerta. Era una casa amplia, espaciosa, decorada con austeridad. De las paredes colgaban numeras fotos del "Negro" Olmedo enmarcadas en bronce, y en el centro había un gran retrato en blanco y negro. Era obvio que el del retrato era el "Negro", pero una mirada más detenida sacaba a relucir otra obviedad: También era Carballo. ¿Con qué técnica estaba hecho? Pocas veces estuvo tan fascinada por un objeto, cuyo simple encanto se quebró tan prodigiosamente como había nacido, con un sonido que venía de unas escaleras, una chapoteo que marcaba su "glup" desde abajo; las escaleras daban a una especie de sótano... ¡La casa tenía un sótano! Una sala de ensayo, pensó Noelia, claro. Caminó unos metros y dio una rápido vistazo, como a hurtadillas, al extraño retrato. ¿Cómo? Ahora juraba que sólo se trataba del rostro de Carballo. ¿Y el Negro Olmedo? Se esfumó, ¿a dónde?... ¿A Plutón?, pensó, mientras una sonrisa complaciente se le dibujaba en su boca. Fue ahí, entes del primer escalón, que le pareció escuchar una voz conocida, como un diálogo, que la hizo pegar un saltito de emoción. Era Carballo, estaba segura, en plena labor, cocinando sus personajes, monologando, o quién sabe qué cosa. Súbitamante era arrojada a la acción, como un personaje involuntario. "Mejor", supuso, "así me gusta más". Después de todo era actriz, ¿no? Ahora tenía más urgencia, quería llegar, estar con el autor, en plena efervescencia creativa. ¿Qué hacía arriba todavía? Salió corriendo y escuchó un fraseo suelto como una gota:
- ¡Quedate quieto!, quietito ahí, dale que vas a quedar impecable.
Se alborotó más, se apuró en un descenso frenético, como en una huida, pero al revés, claro que al revés, si era todo lo contrario. Quería llegar ya, pero la escalera parecía infinita. No tardó en darse cuenta de que, si bien bajaba, porque era obvio, lo hacía dando vueltas, caracoleando. Se trataba de una escalera de tipo "espiral", metálica y resbaladiza. Lo comprobó, esto último, cuando cayó, sin mucha pompa, es cierto, apenas un tropezón, pero suficiente para lesionarse levemente un hombro. A su ligero mareo, fruto de la ansiedad, la precipitación, las vueltas, en fin, ahora se le sumaba un golpecito. Pero siguió y pronto, sin darse cuenta, un delicado influjo no tardó en hacerle efecto, y en un santiamén, lo que fue un remoto estado de atolondramiento ahora no era más que una muestra pueril de excitación. Había llegado, tenía a Carballo en frente, que la miró, la miraba como quien mira, suspendido, a una hoja en el aire.
- Hola Luis, me tomé la libertad de....
- No me digas nada, ya lo sé.
Noelia se tranquilizó. Las palabras del artista despejaron toda sospecha de impertinencia, un fantasma de siempre en el entrevistador. Pero ¿qué era lo que sabía?
- Si es por mí no pasa nada, seguí ensayando, yo espero.
La boca del autor se movió un poco, hacia el costado, en un imperceptible rictus de desconcierto, suficiente para que Noelia lo notara.
- Ensayando, ¿yo?, lo que pasa es que...- Su parlamento de detuvo con un temblequeo de su mano, impostergable, aunque no era exactamente su mano. Tenía un guante con el que sostenía, con gesto de pinza, algo parecido a un pez.
- ¿Qué tenés en la mano Luis?
- Un caballito de mar... También se llaman Hipocampos.
Noelia se detuvo en seco, y no es que estuviera moviéndose hacia algún lado. Simplemente se detuvo. No daba crédito a lo que tenía frente a sus ojos, trepidando. ¿Un caballito de mar? ¿No eran de mentira? ¿"Dibujitos"? En efecto, siempre pasaba lo mismo con este animalito. Hasta que no se lo veía ahí, vivito y coleando, es como si hubieran pertenecido a un reino de fábula. Aun así la incredulidad persistía, y en todo caso, ¿qué hacía uno de ellas retorciéndose en la mano de Carballo?
- ¿Estás ensayando con un hipocampo?
La realidad ahora le volvía. Después de todo no era tan descaballeado. La idea de que florecía en el verde alucinante, incipiente, una vez más, "el toque Carballo" la arropó con entusiasmo. El caballito, como personaje, e incluso como método vanguardista, era una imagen demasiado atractiva y sugerente como para dejarla escapar. Ella estaba presente, in situ en un momento en el que, paradójicamente, debía de ser el más secreto y misterioso para un artista: la invención. El rostro de la realidad se desplegaba limpio sin ningún granito. Se imponía una carta ganadora:
- ¿Cómo es eso?
- ¿Esto?....Mirá – Y le señaló una gran pecera de agua cristalina, en la que intrudujo abruptamente al simpático caballito, de tonaliades grises y violáceas, que no paraba de retorcerse. Y, sin soltarlo un solo segundo, lo sacaba y lo ponía, escarmentándolo. El animal era ahora un muñeco esperpéntico de goma.
- Mirá, ¿lo ves?, es un desobediente. No para de moverse. Le digo que se quede quieto y ¿qué hace?, ¿qué hace Noelia?
Tenía que inventar algo, improvisar, "seguirle la corriente". Estas oportunidades no se daban todos los días, y Carballo se la ofrecía en bandeja. Desde que había entrado en su casa, incluso desde antes, la campanada alocada de la actuación tañía en su cabecita con golpeteos precisos. Lanzó su primer "¡Tan!"
- ¿Zerá pozible "Gaucho Gris", que no le hagas cazo a Luis Alberto?
Lo puso todo, la impostación, el ceceo y hasta el nombre de un caballo de carrera... ¡Un caballito de mar de carrera! Sin darse cuenta se le escapó un:
- Surreaaaaal – como si se tratara de una deliciosa marca de galletitas. Quiso resarcirse.
- Perdón, eso no va Alberto, eso sacalo que se me escapó.
La cara de carballo estaba quieta, impasible.
- Lo de "Surreal".
No había movimiento, era de mármol, o peor aún, como si fuera de mármol. En seguida esbozó un tímido chistecito como para salir del paso, por el que se colaban los ruiditas chapoteantes de Gaucho Gris. A esta altura era improvisación pura.
- Parecés una estatua viviente Carballo, jaja, decime algo.
Su frescura era irrefrenable; la hacía mandada, toda una artista de la desinhibición. Ella era así, y casi siempre por la fuerza de los hechos, o por un sortilegio propio de "gente fresca", se hacía más tolerable con pequeños exceso de confianza. Carballo, por su parte, estaba fijo en su estampa marmórea, como una silueta de papel recién pegada sobre un fondo transparente. En su guante un monstruito espástico valseaba convulsivamente; era Guacho Gris, alcalino, que se movía cada vez más fuerte. A cada paso que daba en su vals de caballo loco intensificaba sus movimientos. La pregunta no era ¿Cuándo va a terminar? sino ¿Se puede mover más rápido? Todo era cómodo en aquella representación. En un momento estuvo todo en su lugar, captado. Hasta que un brinco repentino de Gaucho Gris se precipitó justo en frente, a centímetros, de los pies de Noelia. No se asustó, todo lo contrario, aquel cuadro súbito y novedoso la animó todavía más. No sólo galopaba en el agua, ¡ahora también lo hacía en el aire!
- Este caballo es un genio. Por una cabeeeezzaaaaaa y un noble...
Mientra Noelia sacaba a relucir todo se histrionismo, algo cambió. Estaba cambiando. Era Carballo, sus ojos, se movían un poquito, hacia otra dirección, pero en un registro infinitesimal. Sus pelos, igual que siempre, permanecían quietos y agolpados en el medio de su cabeza, aunque se iban hace siglos, como soldaditos en retirada, desandando sobre una obediente pelada gallega. Noelia, desancajada pero expectante, atinó a levantar al caballo epiléptico, y notó que su cuerpito aceitoso de ¿pez? (¿era un pez después de todo?) tenía unos alambres finitos que le atravesaban el espinazo, sujetando todo su organismo, que además estaba embetunado de cascola. ¿Teatro experimental? Aunque algo incómoda, porque aquello se salía de la vaina, y el destino justo se ensañaba con ese pobre animalito, su profesionalismo era asombroso. Pero dudaba.
- ¿Qué tenés ahí?- le preguntó Carballó. Su mirada parecía la de un orate.
- Es Gaucho Gris, como habíamos quedado, ¿no? – respondió en un tono dubitativo. – O era Gaucho Gris, o no sé si fue alguna vez. Alberto, estoy confundida, no sé, me parece que con este método de composición de personajes estás yendo lejos. ¿Podeemos descansar un rato?
- Ahí, se parece a, a...a
Noelia no se había dado cuenta, pero el rostro de Alberto había cambiado por completo. ¡Qué versátil!, pensó, pero da miedo. El pop- parodist- artist se quedó, pero ella juraba que se acercaba, como un maniquí (había pasado al estadio de "Maniquí") sombrío. Noelia ya no entendía nada y, por eso, precisamente por eso, lanzó un resto actoral, ¡total!, ¿qué podía perder? Después de todo la actuación era su vida.
- Te dije que es Gaucho Gris la puta que te parió, ¿sos sordo?
- Mar...Mari, Nol... tenés a Mari pegad...ahí
- ¿Qué te pasa Alberto? ¿Estás jodiendo?...Esas lágrimas. ¿Es por mí?, ¿hice algo malo Albarto? Si querés sacamos la puteada, aunque pienso que le da un efecto...
- No puede ser, no, no, no es él, me niego... Mar
- Decilo Carballo, decilo, jajaja
Más sorprendente para ella, impensado, su estado era la apoteosis pura. Era ella y sin embargo, cómo decirlo, no. Tan frágil y tan fuerte.
- Me siento tan viva haciendo esto Carballo Alberto, tan, tan "Up and Down", es como dice Ludovica, ¿Qué es la vida si no?
- Eso que tenés ahí en tu, en tu, en tu, hom... No puede ser – y prorrumpió en un estallido de llanto desconsolado, chillón, casi infantil, era él el que no daba crédito a nada. Fue un grito:
- Mariposónnnnnnnnnnnnn, mi mariposón, qué le hiciste enana de mierda, qué le hiciste a mi nenito.
El silencio posterior se escuchó desde el infinito, desde todas las materias oscuras inimaginables. Petrificada, Noelia no salía de su asombro. ¿Por qué había dicho "enana de mierda"?. ¿Era necesario?, ¿lo pedía el guión?. Como un yunque, y otro, y otro, le cayeron aquellas palabras. Enana de mierda. Enana de mierda. ¿Qué sentido tenía? Ahora era poco más que un felpudo cuando segundos antes había estado en la cima interpretativa. ¿Valía la pena el sacrificio? ¿Y tanta pregunta? Su retraimiento se hizo evidente, toda su figura se contrajo de repente. Era más cortita. Y más cabezona. Como si hubiese obrado un milagro.
- ¿Era por el nombre? Me hubieras dicho desde el principio, pero creo que no es para tanto. ¡Llegar hasta este límite! Si Gaucho Gris no te gustaba yo..., y lo otro, lo de enana de m..., me parece un poco fuera de tono, no sé, es mi opinión, eso de decirme enana, capaz que lo podemos saltear, evitar tanta violencia. La violencia engendra más violencia, aunque usarla con enanos de verdad, pero yo, yo Alberto, ¿te parezco una enana de verdad? Decime la verdad.
Cuando lo llamó "Alberto" le vino la imagen del Negro Olmedo estampado en el retrato. Ya lo había llamado así, claro, pero ahora era distinto. Ahora siempre es distinto. Un ligero estremecimiento (suelen ser así) se apoderó de su cuerpo, un sacudón. Cerró los ojos y los volvió abrir. El esperpento estaba ahí. Carballo estaba ahí, pero rodeados de objetos y cosas (que son iguales pero parecidos) que no había advertido, como si todo este tiempo hubieran formado parte de otro decorado. Detrás de Carballo Alberto se deplegaba una mesada plateada, casi fosforescente pero no, sobre la que se apoyaban varios tubos de ensayo, algunos mecheros de Bunsen y todo tipo de frascos con etiquetas ilegibles. Las imágenes se sucedían en la cabeza de Noelia con una movilidad sorprendente, veloces y caóticas, como flashes. Carballo se le acercó señalándole el hombro izquierdo, gimoteando.
- Tu hombro, ahí estaba, Mariposón... ¿Qué te hicieron?
En una perspectiva amplificada por el espanto, Noelia pudo ver sobre su hombro el aleteo de una mariposa. Más que verlo sentirlo, haciendo esfuerzos inútiles por recuperar su marcha recta, ahora perdida, haciendo "vientito", agarrotada como un acordeón. Y en su mano un caballito de batalla que bailoteaba en un frenesí de locas.

lunes, junio 25

Querido Blog


Querido diario, perdón, más bien debería decir, querido blog, aunque no me suena muy lindo, así que preso de mis hábitos mantengo el anacronismo...

Querido Diario,

Uruguay está re, pero re, bien. Parece que el crecimiento económico sigue re, pero re, fuerte. Eso yo me doy cuenta porque cada vez más gente me contesta el tele-chat. A propósito, si quieren hablar conmigo manden mensaje de texto al código 2666. Araña es mi seudónimo y lo elegí re antes de que venga la tercera parte de spider. Hablando de spider, esta tercera parte va a estar re buena, no me la pierdo ni loco.

Hablando de locos de alegría, Tinelli estaba muy contento con el campeonato de San Lorenzo. Es re positivo ver a la gente de buen humor y, más aún, a gente humilde y laburante como uno...(el "uno" no soy yo sino que se refiere genéricamente a los humanos). Igual extrañé un poco los bailes pero me dio tiempo para mandar cien mensajes votando por la uruguaya/o. No es que sea nacionalista pero ahora que se viene la Copa América...me vinieron como ganitas de altentar con fe y agitar mi bandera, hasta que celeste sea, el triunfo otra vez. Hablando de Celeste, qué será de la vida de Andrea del Bocca. Yo la bancaba a esa mina, medio frígida de mas, me parecía, pero la bancaba. Hablando de bancar, lo que ya no me banco más es la propaganda del Banco de Seguros....qué me vas a hacer creer que trabajo todo el día en el aire y vos tendés una red por toda la ciudad, gil de goma. ¿Seguro, para qué quiero seguro? Es un verde, verde lechugita., gil de goma. Hablando de Goma, qué se habrá echo el Bobby Goma, bobby bobby bobby goma que lindo y que simpático que sos.

A propósito, en Fox Sports México vi esta encuesta.

¿Qué crees que sucede el domingo en la final de la copa de oro?
1 Gana México comodamente
2 Gana México de forma ajustada
3 Gana México en el alargue
4 Gana México en los penales
5 Gana EEUU

La opción 5 tenía 49% y el cronista hablaba de cómo los mexicanos daban favorito a EEUU..?¿

sábado, junio 16

Yo que sé. Me parece que al final cualquiera inventa un país.

jueves, junio 14

¡Nuuuriaaaa!

Estoy triste, y no porque vayan a tirar la mítica Palmera del barrio de Gracia, que según cuentan, entró de contrabando por la región de Andalucía, hasta instalarse, o plantarse, definitivamente en Gracia y convertirse en el símbolo de todo aquello que representan las palmeras cuando se levantan, o se yerguen, bien de ánimo, ¿no?. Estoy triste porque. Entonces. Mientras tanto. Es así. Catalunya entera lo está: despidieron a Nuria y ya no es más mi compañera. "Desatame de este enredo." ¡Cómo se sufre!. Desde que tengo memoria laboral, tan frágil como la de una mosca, o la de uno de esos cincuentones que se bajan del "105" y no recuerdan a dónde van ni de dónde vienen. En realidad, y esto es una suposición, sí saben de dónde vienen, pero lo niegan para sumarle toque dramático, color, temblor, como si se tratara de un muñequito de gelatina. "Sí, no lo puedo creer, esto también me pasa a mí". Y al mismo tiempo, "¿justo a mí?". Desde que tengo... ¿Por qué me viene la imagen de Schellemberg a la cabeza? Ahh, ya sé. ¡Tumm! ¡Tumm! Sus ojitos achinados, los de Nuria, más un sombreado sutil que le produce un efecto de casi bigote. No es motivo de despido.

- Antes los bigotes eran signo de prestigio.
- Ahh.

¡La remera! No un tatuaje, ¡la remera! Dice "Nuria", como la de Schellemberg que dice "Schellemberg". Y tiene una casi joroba. Casi. Casi casi. Ay, N, Nuria, Noelia, Schellemberg, músico, loquito, diferente, casi casi.

- Vo, no jorobes con eso.
- Antes la joroba era un signo de prestigio, como el bastón.
- Ahh.

Tenía, tiene, algo que no puedo describir con palabras porque no me importa. Una colita de cometa, otra, una cintura de avispa, otra, o al revés. Y se fue justo. Casi. Casi casi.

- ¿Te sacaron la bocha del buche?
- ¿Qué?
- El buche...La Bocha, ¿te la sacaron?
- ¿Lo qué?
- Te tiraron el centro y....
- Ahh.

miércoles, junio 13

Feliz cumpleaños Zánder


Vos que estas tan lejos del paísito:
¡¡¡Te sientas como en casa!!!

martes, junio 5

Servicio a la comunidad



Si alguna vez recibieron un power point acerca de juegos de magia y en vano han intentado pensar en base a la pauta en lo más recóndito de sus cerebros y con la máxima determinación de engañar al jueguito estuvieron gastando pólvora en chimangos. Por tanto les descubro a sus ojos y luego de horas de investigación en dos casos espécificos, con elfin de que este sea el puntapié inicial.

1. El juego consiste en elegir una carta de de cuatro figuras de la baraja francesa y pensar en ella, luego hacer un click mágico y aparcen tres cartas y la que estuviste pensando no esta entre ellas. Te invitan a realñizarlo uan y otra vez, cambiando las combinaciones y cada vez que aparcen las tres cartas no elegidas no está, la que si está en tu mente. La solución es tan tonta como que ninguna de las cartas de la segunda ronda está en la primera.

2. El segundo plantea pensar un número de dos cifras y luego restarle los números que lo integran (si elegís 10 le restas 1 y el 0 lo que es igual a 9), luego vas a una grilla y receurdas un signo, realizás el click mágico y zás aparece el signo transmitido. Por donde va, si elegís cualquier número de dos cifras y le restas sus integrantes, el resultado es un múltiplo de nueve (23-2-3=18; 52-5-2=45; 99-9-9=81. cualquiera sabe que con cuatro ejemplo se puede probar todo lo que uno quiera) y todos los múltiplos de nueve tienen el mismos signo. Al igual que el anterior nos invitan a realizarlo una y otra vez cambiando los signos.

De esta manera si alguien les manda algún mail con este fin, les pueden reenviar una linda argumentación de su estupidez por asombrarse de tales hechos. Claro que pueden hacer lo mismo en los comentarios de este post.

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