Nadie viene

viernes, mayo 12

Breve reseña 2

La cara del periodista de La diaria, Mariano Tucci, se suspende, como un inquieto satélite, en esa órbita que la jerga prosopográfica suele señalar como “la cruda realidad”. Confinada en ese rango de caras que “son confundibles con caretas de cotillón”, provocan esa fascinante – aunque apresurada- sensación de no pertenecer a la misma realidad que el resto de los mortales. Una mirada más atenta, sin embargo, la ubicaría en el tuétano de lo real, tangible y condensado, y no en el mundo lúdico de las fiestas(por favor miren bien esa cara): un grumo de sentido a punto de explotar y revelar todos sus enigmas: La Piedra de Rosetta de las caras. Tentado por la típica premura de quien no repara en los detalles de una desagradable sorpresa, me lancé a escribir una reseña crítica sobre la obra, sobre la cara, e inscribirla en una peculiar tradición literaria, donde confluyen textos como Cockpit, Desde el jardín o Bartleby, el copista. Los visos fantásticos de una cara, de una obra, tentación tan maravillada como equívoca, son al fisonomista lo que un tulipán negro es al esnobista de turno, por lo que no sabemos muy bien qué significan los visos fantásticos de una cara. De la misma forma en que Rafael sabe que el resplandor del sol, como una dulce barcarola veneciana, refleja tímidos rayos de luz sobre los cabellos(o pelos) de Fedora, promoviendo ligeros toques “de otro mundo”, sabemos – salvando la sutil distancia- que a pesar de todo(incluyendo la tramposa impresión de que esa cara es una viñeta imaginaria común a toda la redacción de La diaria) ese continente suspendido llamado “cara” es tan telúrico como un pliegue tectónico. Aquí la nueva clave de lectura: la cara de Mariano Tucci no es lo suficientemente mítica como para ser maldita, pero sí tan monstruosa como para ser real, por lo que es pertinente insertarla menos en un estilo fantástico que realista. El Rafael y la Fedora de Balzac son testigos mudos en este debate insular, y marcan, con precisión suiza, el habitat natural de una mueca como éstas(por favor mírenla bien): el estilo(la cara) es lo que se impone al objeto(La diaria y sus lectores), causando un extraño estremecimiento, un temblor en el mundo de siempre. Es por eso que parece único, de otro lugar, y compensa ese efecto óptico con una habilidad de reproducción en un medio que se le presenta como ajeno, un mecanismo perfecto que provoca asombro permanente a quien lo ve y que hace imposible poder olvidarlo. Ese mecanismo funciona con la misma fascinación con que un niño manipula un juguete, un muñequito, un Tucci .

Comments:
telúrico
 
Esa cara es una de las caras más... no se, no sabría cómo definirla
 
Son un medio alternativo de comunicación y yo estoy con uds.

La diaria apunta a eso también, a otra mirada, otro enfoque......

yo lo único que hago es poner palabras claves en internes....cortar y pegar....si a eso le quieren decir marioneta diganelen
 
Me gustaría ver esa cara, me intrigó. ¿Como puedo hacer? ¿Tengo que revisar todas las "dirias"? ¿Tengo que hasta la redacción de ese pasquín?
 
Aflojen muchachos. Es muy fácil pegarle al Tucci, difícil es abrazarlo..., o mirarlo de frente.
 
pobres pibes los de queleponé.
Mediocres, vagos e inexistentes, sigan participando, que nosotros los queremos igual
 
hoy la diaria es uno de los medios independientes de este país, y tucci uno de sus exponentes mas relevantes.
 
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