Nadie viene

sábado, junio 17

Biografía(porque mi mente es) incompleta.

2020. Año importante. El escritor George Bibelot es reconocido por vez primera como “un escritor distinto”, no por críticos ni por escritores vanguardistas, tampoco por universitarios empujados a lo nuevo ni por algún pianista excéntrico, no. Sólo una persona es(fue, será) el cuerpo de ese reconocimiento: su novia Rosa, una hermosa mujer que conoce en un bar de jazzistas(Jazzista´ s Bar) del sur de Montevideo, ciega y sin ese plus de imaginación que suelen atribuirle a los ciegos los libros de autoayuda o los acólitos de Borges. No veía nada de nada y carecía – esto sí era un enigma- de ese gesto muscular, forzado, involuntario, que obliga a los invidentes a adoptar una mueca sonriente cada segundo de su vida...¿De qué no se reía?, podría preguntarse cualquiera que la haya topado. Pero no es este lugar para ella, sino para él, George Bibelot. Empecemos de nuevo. 2020. Si es cierto que la biografía clásica del genio es representada por una línea recta que va desde A hacia B, en la que A refleja una etapa de penuria e incomprensión y B otra de reconocimiento “casi” casual del talento en cuestión, podríamos aventurar que, sólo dado el modelito, mi George Bibelot es inclasificable. No porque rompiera(o juntara) todo tipo de fronteras de género, estéticas, formales, temáticas, no por eso, porque de hecho era muy respetuoso. Más bien por invertir la lógica del modelo biográfico. Hasta que decide escribir era, entre los suyos, reconocido como una persona sumamente ingeniosa, culta, refinada, y sobre todo rica. Sucede lo que tiene que suceder cuando publica aquel extraño librito, como muchos otros. No hay por qué negarle a su vida ese toque de fábula...

Comments:
Era así nomás. Yo al principio pensaba que Lerena se reía de la alegría ante su profuso medallero. Que Borges se reía porque su inteligencia le hacía descubrir detalles sutiles y atractivos en todos lados, o acaso por el recuerdo del Danubio del 88. Que Ray Charles se reía porque la música lo ponía re loco. Que Stevie Wonder se reía por idem, o porque esos ejercicios de estiramiento que hacía con el cuello le sacaban cosquillas.
 
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