QUELEPONÉ

Todo era una mentira, Nemo nunca se había perdido porque nunca se había encontrado en un lugar cierto, “tu vida es una variable aleatoria geométrica” le insistían unas esponjas, no comprendía en absoluto pero reía para no rechazar a aquellos que acababa de conocer, cuya amistosidad y trato confianzudo hacía que los sintiera calurosamente cerca. El pez loro lo avistó, unas treinta veces antes de hacer contacto con él, sucede que había quedado tuerto unos años antes y al salir de su campo visual durante medio minuto, chocaron sorprendiéndose de la existencia de otro ser con su más preciada característica: la vejiga natatoria.

Odiaba las circunstancias de su miserable existencia, que podían llevarlo al extremo de la indignación y la rabia. Comenzaba por una pequeña molestia que poco a poco iba nublando su percepción del mundo, hasta despejarla con un filtro magenta como si todos los días hubiera humedad. Había momentos que este proceso llegaba acompañado por una semi conciencia del devenir, y llegaba a reflexionar la falta de argumento para defender lo que vivía. Premisa, que por cierto establecía como rectora de su vida. Sobretodo porque estaba fragmentado, no había podido ser disciplinado, se dividía en relatos independientes de quince segundos. ¿Su estructura genética influía en su comportamiento? Entonces debería repetir infinitamente los mismos movimientos, de alguien en la exploración de un mundo nuevo. Son partículas de polen en un medio neutro, realizando un movimiento aleatorio continuo pero finito cual si fuera el tipo de cambio dentro de las bandas de flotación.