Nadie viene

miércoles, setiembre 27

Crítica literaria

( Por Antonio "Tono" Fernández)

De la misma forma en que un puñado de corruptos descubiertos son sólo "la punta de un iceberg", "La isla de los normales" (novela) muestra su tramposa superficie, pero con palmeras, coquitos, tréboles gigantes y exóticos caníbales. Bueno, de acuerdo, no es tanto como la punta de un iceberg ( es una isla), pero hay un montón de cosas que no se ven. Además los coquitos o los tréboles no tienen por qué ser corruptos, pero los caníbales, ja, tienen su propia cultura..."la propia", y capaz que sí.

Gabriel Cardoso (el autor) se la juega por un bestiario personal: un indigente mitad humano, mitad monstruo que se dedica a pedir limosna, pero sin acusar ese obstinado movimiento "de hamaca" que columpia cabeza, torso y manos, como de maquinita atorada. Un hombre común y corriente que camina hacia atrás, sin trucos de cámara, con la misma frescura que un manifestante de secundaria, pero sin consigna. El propio narrador, observador despiadado, forma parte de este inusual inventario de..."locos", que se completa con un par de chiflados típicos, uno de ellos, Fabián, que dice ver todos los días a Rodolfo Rodríguez atajando cocos que se caen, como cocos, de las palmeras.

Pero las cosas no son tan simples. Si bien no hay vuelta de tuerca, no hay elementos que aparezcan "de improvisto" como... "improvisto"(Joel Rosenberg, hoy), y no hay nada que digas "paahhhhh, mirá lo que era al final", la trama adquiere, en estudiada gradación, una sorpresiva complejidad, disparada por una ingeniosa pregunta: ¿Quiénes son los verdaderos "locos"? Pero ¿cómo?, entonces había cosas "de improvisto"(Joel Rosenberg, hoy).

- No.

Cuando abrís el libro, en una página, hay una curiosa imagen: las hojas de otoño se caen, pero nunca juntas, y aun así, nos invade la extraña sensación de que todo responde a una concertada armonía. ¡Ésa es la isla de los normales! Quiero decir algo: para mí nada que ver, pero está bueno...y eso es lo que nos deja este texto, casi en forma de fábula, pero no tanto... una reflexión que todo lo subvierte(como a una media) y que pone en cuestión las injustas etiquetas sociales, ellas, las peores. Una pregunta, aún más "de improvisto", consolida la sabia propuesta: ¿Quiénes dicen quiénes son los "locos" y quiénes no? Esto, que parece un sesudo trabalengua, es un sesudo trabalengua, y su mérito se justifica porque sí, pega, sigue pegando.

Un sunami no podría destruir la serena concordia de aquellos habitantes porque es un producto de la moda, un invento de los diseñadores gráficos. Una ola grande sí. Pero lo que derrumba, de hecho, ese frágil consenso sobre el que reposa la convivencia de los ¿normales?¿anormales? es la llegada de un "mesías pero al revés", que les da a todos caramelos que son ricos, excepto a uno, el primer resentido de "La isla de lo normales", el primer anormal. Con este desenlace se propone, su autor (Gabriel Carozo), asestar una duro golpe contra la verdadera (ahora sí) isla de los locos, el gran cúmulo continental, no sólo porque todos (sus habitantes) residan en extensas masas de tierra que, juntas, podrían conformar una isla grandota, sino porque sus bestias, seres corruptos y maliciosos con pinta de normales, están solas, completamente solas en la multitud, "con uno mismo". El verdadero bestiario no es el de la cálida y pintoresca isla. No. Es el de las grandes ciudades, verdaderos zoo humanos vestidos de hipocresía y ropa. En el campo es distinto porque siempre hay alguna doncella con canastita correteando entre las flores, mientras recibe la caricia de un rayo de sol.

El efecto de la obra trastoca el punto de vista ingenuo y especializado, tan extraño al delfín como al geógrafo. Después de no leerla, sabemos que una isla no es tan así y un loco tampoco, transformando el tejido de la palabra en una poderosa invectiva contra "la cultura Fido Dido".

Salud Gabriel!

Comments:
Tono, yo sabía que lo tuyo era la crítica literaria!! Estabas perdiendo el tiempo como chef!!

ABRISTE LOS OJOS!!
 
Estas perdiendo imagen a nuestro lado...
 
Tiemblan Ana Inés Larreborges, Carina Blixen y toda la gente de esa calaña............es fácil hacer crítica literaria después de:

1 Leer los libros
2 Que esos libros sean entidades reales

Viva la nueva crítica, muerte a la vieja guardia..........la crítica de libros ficticios que nunca leímos ni leeremos es la crítica del siglo XXI
 
Es cierto Muñeco, con lo de chef se me estaba yendo la vida...
 
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