Nadie viene

miércoles, julio 25

Más intrigas de Jane Austen

- Che, ¿y por qué no llamamos a Baudelaire?
- Dale, dale, me encanta.
- ¿Y ustedes qué dicen?
- No sé si dé– dijo Asfódelo- ¿Qué le vamos a preguntar? ¿Qué va a hacer el viernes? ¿Si quiere un helado? Tengo mis dudas, es Baudelaire, el del hipócrita lector, las correspondencias, el del pájaro este, cómo es que se llama, ay, lo tengo ahí…
- Asfódelo, Asfódelo, parece mentira, si tu abuela se levantara de la tumba, te matarí…..
- Eso es, ya está – interrumpió Roberto, exaltado- ¿por qué no se nos ocurrió antes? Siempre pasa lo mismo, las cosas más simples, las que están en nuestras narices…
- Lo tengo en la punta de la lengua…
-…Lo nuestro, nunca nos fijamos en lo nuestro. Siempre lo mismo, las cosas que vienen de afuera, nos bombardean con imágenes, con nombres, los medios sí que son armas de destrucción masiva, peores que las otras, te comen de a poco, generan fugas, sí, fugas radioactivas, pero de otro tipo, no, no radioactivas, de otro tipo peor, fugas nomás, imperceptibles, sí, imperceptibles…
- Roberto, Roberto, otra vez lo mismo – le espetó Vuelta- Qué locura, al final sos igual que tu viejo.
Roberto la miró fijo y serio. Por ese instante le cambió la cara. Vuelta desvió ligeramente sus comentarios.
- Sos un volado. Te vas, te vas bien lejos con una idea – y se aprestó a elaborar una imagen lo suficientemente gráfica – Ponéle que te vas con la idea de acá, en tu caballo, a ver, ¿Cómo se llama?
Todos la miraron con extrañeza.
- ¿Cómo se llama lo qué?
- El caballo, el caballo en el que se va Roberto cada vez que empieza con una idea…
- Sí Vuelta, sí – afirmó socarronamente Inter, mientras se le escapaba un nombre de forma involuntaria.
- Ciempiés.
- Ahí va, Ciempiés. Ponéle que se va de acá mismo en donde estamos nosotros, montado sobre Ciempiés – y señaló el living, la mesa, la copa, todos los objetos que tenía a la vista en ese momento – y se va tan lejos hasta convertirse en un punto él, su idea y su caballo, que ahora pasaría a ser un mosquito, ¿no?, ¿no es así?
Primero hubo un silencio, de esos por donde se cuelan lo bocadillos burlones. Inter lanzó el suyo:
- Lo único que tendría que hacer es cruzar la puerta.
- ¿Qué?
- Cruzar la puerta, para no ver más a Roberto, ni a su caballo, ni a su idea, sólo tendría que cruzar esa puerta y ya está. Digo que no es necesario que se vaya muy lejos.
Esta vez se hizo otro tipo de silencio, en donde los ruiditos sordos no son más que palpitaciones. La copa se movió, y de pronto, un grito hizo saltar a todos en la mesa...
- Albatrooossssss, Albatros. Lo tengo, lo tengo, es el famoso pájaro torpe que arrastra las alas, ya está, miren, miren – Y Asfódelo, que volvía del baño correteando como un niño feliz, movía los brazos, los agitaba y hasta simulaba golpes en las paredes.
-Soy torpe, miren, miren como arrastro mis alas – y mostraba sobrecogido sus brazos – Soy trope, torpe, opret, toy así, un niño juguetón, un pajarraco pelotudo, un poeta.
Los otros jugadores lo miraron azorados, pero durante unos segundos solamente. Estaban curados de espanto. Sin embargo, la copa se había movido. Ya todos estaban distraídos, dispersos. La copa se movió y ellos pronto, en un suspiro, en un grito lo olvidaron. Decidieron salir un rato, y mientras se iban, bromeaban con Asfódelo:
- Ay Asfódelo, si tu abuela se levantara…
- Lo que haría con el polen asesino
- Con sus papeles
- Con tanta vegetación.

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